Cuando las pataletas son un problema

Una conducta habitual en los más pequeños son las rabietas. Las rabietas pueden venir provocadas por distintas situaciones, por lo general son su forma de expresar una frustración o un enfado, es una explosión de rabia provocada por diferentes causas.
Los niños y niñas, sienten un malestar o frustración, justificado o no y ante la dificultad de manejar esa emoción de manera adecuada, la expresan mediante una rabieta.

Esto ocurre porque han aprendido algo, aunque no sean conscientes de ello, han aprendido que ante una rabieta reciben una respuesta del adulto en ocasiones la que ellos desean, aunque no siempre la mejor para la situación. Es importante que aprendamos a manejar estas conductas de los pequeños, que les enseñemos a controlar su frustración y a expresar sus emociones de forma adecuada y productiva.

¿Qué podemos hacer?

La regla general ante una rabieta es actuar para que esta conducta no se haga habitual y nuestros niños/as aprendan nuevas formas más productivas de enfrentarse a situaciones frustrantes.

Es fundamental que aprendan esto, puesto que generalizarán este aprendizaje emocional y les llevará a ponerlo en práctica en su vida adulta. Los adultos tienen conductas similares, solo que las rabietas de adultos ocurren con otro tipo de manifestación conductual como ansiedad.

1. No preste atención de forma inmediata a la rabieta. Si responde de forma automática, no deja que su hijo aprenda a tolerar esa frustración. Debe enseñarle que con las rabietas no consigue su objetivo.

2. Espere a que su hijo se calme, y entonces actúe.

3. Explíquele con calma, sin alterarse, que cuando se tranquilice le prestará atención y juntos buscarán una solución.

4. No pierda la paciencia, un enfado por su parte, es una forma de prestar atención.

5. Sea firme y constante, pero muéstrele cariño y no enfado. Dígale algo así como: “si no te calmas no sabemos lo que te pasa, cuando te tranquilices nos lo explicas y hacemos algo”.

6. Desvíe la atención de su hijo hacia otra cosa.

7. Procure que su hijo descargue tensiones, llévelo al parque, a andar en bicicleta, use el sentido del humor.

8.  Actúe como ejemplo, cuando se sienta frustrado o enojado, trate de controlarse y no pierda la paciencia.

9.  Dialogue con él, exprese sus emociones y procure que su hijo se sienta cómodo para hacerlo de una manera adecuada y sana.

10. No lo juzgue. Sea compresivo y oriente la crítica a su comportamiento (acción), no hacia él como persona.